Desconfío de los libros en los que el nombre del autor aparece
en letras más grandes que el título. La sensación que tengo es que me estás
vendiendo un producto y no un libro. La desconfianza es mayor si el autor es
famoso desde hace poco o alguien que no he tenido oportunidad de leer. Y se
vuelve paranoica si el nombre de la portada no es el autor, sino un referente
en plan «Relatos inspirados por LOVECRAFT» (o por Asimov o por Tolkien).
No me gustan las enelogías (dícese de sagas con un número
indeterminado de libros) inconclusas. No me da miedo empezar a leer historias
que tienen varios libros, pero no las empiezo hasta que están todos publicados.
Malas experiencias con historias sin terminar, terminadas por otros autores o
abandonadas por la editorial que las traduce. No incluyo en este tipo a las
sagas del mismo personaje, pero con novelas conclusivas (tipo Honor Harrington
de David Weber, Dresden de Jim Butcher y similares) o novelas que comparten
universo (tipo La Cultura de Ian M. Banks); estas no me importa leerlas sin
esperar a que concluyan.
No me compro libros cuya portada sea una imagen de la
película o serie. Siempre me queda la duda de si me estoy comprando «Blade
Runner» o «Sueñan los Androides con
Ovejas Eléctricas».
No me atraen los libros con mil páginas. Primero los
descartaba porque no son libros que pueda llevar en la mochila (aunque el
lector digital ha solucionado este problema), pero tampoco me interesaron después
por esa sensación de estar eligiendo un libro al peso. Con el tiempo me he ido
dando cuenta que no me gustan los excesos literarios, ya sean descriptivos,
introspectivos, de personajes. Se me hace raro que un autor necesite mil
páginas para contar una historia y siempre tengo la sensación de que el libro
puede haber sido engordado con anabolizantes literarios. Lo que sí tengo claro
es que para subir una colina no hacen falta 200 páginas (por muy bien escritas
que estén).
Suelo echar un paso atrás cuando veo que un título viene
acompañado de exceso de publicidad (o «hype»
si lo preferís). Por lo general no los leo en ese momento y dejo que pasen unos
meses antes de hacerlo (lo que implica que suelo olvidarlos porque la
publicidad también los olvida). No creo que sean malos libros a priori, pero la
expectación creada es tan grande que es difícil que no te decepcione, que no
esperaras que tuviera ese algo más que justificara tantos comentarios elogiosos. Con el cine me
pasa algo parecido, hasta el punto de que intento ver las películas sin conocer
los tráiler ni ninguna promoción previa (quizás por eso me gustó Star Wars
VIII).
Si veo que una editorial tiene la costumbre de saldar los
títulos a los pocos meses, suelo esperar, si me interesa, a verlo de saldo. Me
pasa mucho con los libros técnicos, pero es una norma que también aplico a la
literatura. Creo que las empresas que siguen esta práctica son vendedores, no
editores y prefiero darles el menor dinero posible.
Nunca leo un libro por su autor, prefiero elegir mis
lecturas por los personajes, por la historia, por el tema. De hecho, cuando un
libro empieza por la típica presentación editorial de la vida del autor, me la
salto; prefiero no conocerla. Si un autor me ha gustado es fácil que repita con
él, pero si cambia de tercio (de fantasía a juvenil, de ciencia ficción a
terror, por ejemplo) me lo pensaré. No soy muy mitómano con los autores.
Y por último, no me atraen los libros escritos por varios
autores (salvo antologías, claro). En las novelas con un autor famoso y uno
desconocido siempre tengo la sensación de que el famoso está devolviendo algún
favor al escritor novel o al editor y como soy muy mal pensado, creo que el
desconocido es, en realidad, el «negro»
que ha escrito esa y varias novelas previas del famoso. Seguramente no sea así
y la novela tenga muy buena calidad, pero, como digo, soy un poco desconfiado y
como tengo muchas opciones de lectura, prefiero decidirme por otro. Quedan
excluidas de este trato, naturalmente, aquellas novelas escritas por dos
autores que ya conozca con antelación (muy recomendable Las Puertas del
Infinito de Víctor Conde y José Antonio Cotrina) o aquellas escritas en pareja
por autores que no conozca.
Sospecho que no soy un ejemplo de lector medio, pero me pareció interesante comentar
aquellas cosas, a veces irracionales, que me deciden a leer un libro. ¿Cuáles
son las tuyas?
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