24/7/20

[Marca] Las espadas negras

Sereg le enseñó a los moradores de las montañas varios oficios y, en especial, la metalurgia de la que los kahudrain se sentían orgullosos. Llegó un día en el que quisieron agradecer a las razas que no les atacaron en el Emorthaë su amistad y forjaron cuatro espadas de negro filo que se entregarían como regalo a esos cuatro pueblos: Damo (la espada de la sangre) para los hombres grises que habitan en el sur; Aba (la espada de la esperanza) para los hombres negros perdidos en aquel primer día; Bolra (la espada del árbol) para los hombre del bosque, ahora oscuros, que vivían en el bosque de la Luna; y Anuk (la espada de la noche) para los hijos de Dudae en su inaccesible altiplano.



Sereg reunió a los mejores maestros entre los kahudrain y durante días forjaron las espadas con grandes martillos y enormes fuelles. Templaron sus filos en sangre y al acabar el elwe las dotó de parte de su poder permitiendo que las espadas pudieran reconocer la amistad o no de quien la portaba si se enfrentaban entre ellas. De ahí su nombre. Sin embargo, ajeno a los importantes trabajos estuvo un avanzado aprendiz que consideraba debían haberle elegido con los maestros; consideraba orgulloso que era mejor que ellos. Olan, quién más tarde darían nombre al paso del río Murdt, trabajó en solitario y forjó dos espadas más para demostrar a sus rivales que era mejor que ellos y, en efectos, sus espadas eran hermosas y perfectas, pero Olan carecía del poder de Sereg así que se las ingenió para introducirlas en la ceremonia final para que este, sin saberlo también les cediera su poder.

Sin embargo, las espadas originales estaban fabricadas con amor de los maestros, mientras que las copias eran fruto del odio y de la envidia. Las espadas se escaparon de las manos del aprendiz y se clavaron en el cuerpo de Sereg absorbiendo toda su esencia pues ese, absorber la vida, era su poder. En el caos posterior, Olan recogió sus espadas, que gritaban ansiando más hasta que fueron envainadas, y nunca más se le volvió a ver. Sereg también desapareció ese día.

Dicen que si las espadas negras forjadas aquel día vuelven a reunirse en batalla, será la última, lo que no ocurrirá hasta La Guerra del Retorno, pero esa historia se cuenta en otra parte…