2/5/21

Mantener al niño interior

Estoy preparando de nuevo una actividad a la que llamo «starwarstiada». El origen del nombre no viene al caso (para los curiosos, viene de la Orestiada), pero se trata de darnos una paliza viendo cosas de Star Wars en plan maratón. Se acerca el 4 de mayo, fecha icónica, y va a caer otro maratón similar al del año pasado, pero diferente en contenido. No siempre hago estos maratones de Star Wars, uno es fan de muchas cosas: Segunda Guerra Mundial, Señor de los Anillos; el caso es hacer una locura de vez en cuando para desentumecer el cerebro.

Nunca había sabido explicar por qué hago estas cosas o algunas otras también raras: como ver series de dibujos animados o ver viejas (muy viejas) series de ciencia ficción, los que me tienen como contacto en Facebook recordarán mis comentarios sobre el Doctor Who (¡la de los 60!) o la que estoy revisitando ahora de los Siete de Blake.


Estoy leyendo un libro de César Mallorquí. Es un escritor al que he leído menos de lo que debería, pero al que tengo mucho respeto (y admiración). Le conocí en un curso de escritura (él era uno de los profesores, yo solo asistí) y me gustó mucho su forma de trabajar y su forma de entender la literatura (me emocionaron sus palabras sobre las descripciones). En este libro habla de la creación consciente e inconsciente (no las llama así). Explica que una parte de nuestro cerebro es capaz de reconocer las pautas y seguirlas y que sabe que, por ejemplo, si el cielo está cubierto de nubes oscuras hay que coger el paraguas; mientras que otra parte es más creativa, más ingeniosa. Explica que la parte racional va acumulando experiencias a lo largo de la vida y hace que seamos capaces de amoldar la realidad a pautas conocidas y arrinconado a la parte irracional y más imaginativa. Dice que hay que cuidar a esa parte, que en nuestra infancia es desbordante, para cuidar nuestra creación imaginativa (si queremos seguir siendo escritores). Él lo explica mejor que yo en el libro de la gente de Molpe.

Leyendo esa parte he comprendido por qué hago estas cosas de los maratones, para mantener alimentado a mi niño interior; he comprendido por qué hay momentos en los que soy más productivo y otros en los que soy menos, justo aquellos días en los que me dejo llevar por la rutina laboral, por el día a día. Así que para aquellos que me habéis preguntado en privado por qué hago estas locuras. La respuesta es: para mantener viva la parte irracional de mi cerebro.

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