Hace unas semanas pensaba en la novela «El Destructor de
Estrellas» que tendré que empezar a mover en breve y me topé con una serie de
recomendaciones sobre como presentar un manuscrito a una editorial. Al
principio me agradó la coincidencia de tiempos y agradecí que se hubieran
tomado la molestia de escribir sobre ello. Sigo pensando que es una buena idea
hacer este tipo de artículos y recomendaciones, pero debo decir que cuando
terminé de leer me dije: ¿estamos locos?
Entiendo que un editor recibe demasiados manuscritos y me
parece natural que establezca una serie de criterios para hacer una primera
selección. Es natural que si en la primeras páginas el autor muestra un total
desprecio hacia la ortografía y la gramática, el editor asuma que no puede
haber nada bueno en las siguientes; también lo es pedir las cosas en un formato
estándar (.pdf, .doc, etc.); e incluso, en esta época en la que se exige a los
escritores ser sus propios publicistas, puedo entender que el número de
seguidores en twitter pueda ser un criterio de selección. Las recomendaciones
que comentaba profundizaban hasta el punto de pedir formatos, tipos de letra,
interlineados, sangrías, espacios entre párrafos y cosas así. Entendámonos, estas cosas las hemos heredado
de cuando las páginas se componían tipo a tipo y las líneas de texto estaban soldadas
a las planchas. Tengo algunos libros en casa donde las letras ondulan por las
páginas, donde el formato es parte del mensaje, parte de la poesía. Me temo que
esos textos nunca hubieran pasado los criterios de esta editorial.
Me parece muy bien que un editor quiera conservar los
formatos tradicionales. Están muy estudiados, funcionan de verdad y estamos
acostumbrados a ellos, pero no entiendo que la carga de preparar el texto para
su edición recaiga ahora en el escritor. Ya te piden que esté corregido
profesionalmente, incluso en el estilo, que tenga un informe de lectura, que
tengas la promoción hecha en redes sociales, si además te piden que se lo des
todo perfectamente preparado para positivar, ¿qué trabajo se está quedando el
editor? Por eso pensé: ¿estamos locos?
Como he dicho, los editores deben tener criterios para
seleccionar entre el gran número de manuscritos que les llegan, lo
entiendo, pero, entre nosotros, si un texto tiene sangrías francesas o no, si
tiene espacio entre párrafos o no o, si me apuras, si tiene guiones o rayas, no
significa que el manuscrito sea mejor o peor. Un editor debe ser capaz de leer
más allá de los convencionalismos de los formatos para seleccionar una obra. Y
una vez seleccionada, que le diga al maquetador o al corrector de estilo que lo
pongan al gusto de la editorial.
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