17/10/17

Lo que pierdes al escribir

Ayer por la noche participé en una tertulia en el podcast de la Base Secreta (si la quieres escuchar entera) y comentamos una cosa que creo se cuenta pocas veces. Nos preguntaron si apreciábamos la parte técnica de los libros que leíamos y yo respondí que sí, que lamentablemente sí.
Gráfico de la trama de una historia - Ilustración de Kamchatka CC BY-SA 3.0

Escribir es un oficio, como cualquier arte, y cuando decides convertirte en escritor acudes a libros, textos, referencias que te ayuden a comprender los hilos que están detrás de esas cosas que has leído. Es así como te enteras que existen las escaletas, los narradores heterodiegéticos, los focos, los ganchos, los puntos de giro, la proporción estructural de la narración y un sinfín de cosas que, por fortuna, decides no utilizar todas a la vez. Lo peor no es ese conocimiento, sino que aprendes a distinguir todas esas cosas en los textos que lees. Dejas de leer un libro para diseccionarlo. Puedes seguir disfrutando del mismo, incluso cuando sabes que ese anillo que hace desaparecer gente no se va a convertir en un arma de Chéjov, pero lo disfrutas de forma diferente; has perdido, en parte, la capacidad de sorprenderte que es parte intrínseca de la lectura.

Participo en un club de lectura que todos los meses proponemos un libro y luego quedamos y lo comentamos (destripamos según la fuente a quién preguntes). El último que leímos «La Canción de Cazarrbos» de Tad Williams no salió muy bien parado (no os lo recomiendo, salvo que seáis muy amante de los gatos). En estas reuniones me señalan algunas veces que me fijo en cosas de los libros que nadie más se fija (no lo dicen como un piropo) y, me temo, llevan razón. He perdido la capacidad de leer como un lector.

Algo semejante me pasa en mi faceta de editor. Cuando veo un libro no me fijo en la portada o en la sinopsis de la contracubierta, miro el papel, el gramaje, la encuadernación, el precio. Cuando voy a una feria del libro o a una librería curioseo las portadas de las novedades para ver las tendencias en ese momento (y tomar nota).

¿Píldora roja o píldora azul - fotografía de W. Carter CC BY-SA 4.0

Cuando decides convertirte en escritor nadie te dice que estás sacrificando algo importante, tu alma de lector. No me arrepiento del sacrificio hecho porque las satisfacciones lo compensan, pero me hubiera gustado haber conocido las contraindicaciones antes de tomarme la píldora roja.

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