No era la primera vez que un soldado quería hablar de lo que había
visto, pero guardaba silencio ante ella. Llevaba ya varias semanas en el Sector
Libertad y esa actitud se repetía una u otra vez. Guió la unidad de grabación
con su dataóptico y la hizo descender delante de sus
pies y con la mano, para que fuera evidente y no casual, apagó la luz de
grabación. Entonces le miró a los ojos y le invitó a hablar.
El soldado Bian, otro falso soldado Bian,
miró ausente, ni siquiera un bombardeo orbital de saturación podría borrar esos
ojos perdidos de su rostro, pero habló, sin mirar, como si ella, la joven
periodista de campaña, no estuviera allí.
– Me preguntas por qué lo hacemos. Dudo
que realmente quieras saberlo, pero lo hacemos porque es nuestro deber, juramos
hacerlo y estamos comprometidos con la tarea que nos encomiendan. No tenemos
dudas, así es la Infantería Móvil. No te preguntas, como los civiles, si lo que
haces es correcto, sabes que lo es. Esa es una clase de confianza que no puedes
comprender. No te enfrentarías a la muerte si tuvieras dudas; sabes que está
bien y sabes que si una bala enemiga atraviesa tu armadura y acaba contigo,
estabas haciendo lo correcto.
«Mañana, cuando escribas la crónica desde la retaguardia, en tu
cómodo barracón de periodista que nosotros defendemos, no te preguntes por qué
lo hacemos, la verdadera pregunta es cómo podríamos no hacerlo. ¡Somos inmos,
somos la RFP!»