30/4/15

El Habitante de la Rotonda

Hoy soñé con el título de una novela. No es algo infrecuente y empiezo a acostumbrarme. Imagino la historia que hay detrás de ese título, la vivo en primera persona como si fuera yo el protagonista que la padece o el autor que la sufre. En «El Habitante de la Rotonda» un hombre cruzaba una avenida, sin prisa, algo raro en los que le rodeaban. Al llegar a una isleta, una forma de hormigón con el increíble poder de ahuyentar al trafico rodado, el semáforo cambió al enigmático rojo. No le importó, ya volvería el alegre verde. No era el único atrapado, pero lo que le sorprendió es que sus compañeros de encierro se sentaron en el suelo y empezaron a extraer de sus zamarras y sobretodos pequeños paquetes de comida y botellas de agua. Y los compartieron con él y le contaron sus historias personales, una especie de ritual para aquellos que se veían obligados a atravesar aquel bulevar. La escena se repetía en otras protecciones peatonales o en la rotonda central donde destacaba aquella horrible escultura azul con forma de mantis religiosa tras una fallida operación de estética. Aceptó las narraciones, los saludos, las vituallas e, incluso, compartió parte de su propia experiencia mientras el hombrecillo ruborizado los vigilaba inaccesible.

Siete días tardó en cruzar aquella avenida...

15/4/15

Ya en mis manos

Estoy contento... 

Sí, muy contento. Lo que sostengo en las manos en la foto es un ejemplar de la novela "El Destructor de Mundos", escrita por este juntaletras, ambientada en el universo Exo (¿Exoverso?) y bien editada por la gente de Ediciones Epicismo​. Parecen que han pasado siglos desde que mi pluma garabateó las primeras palabras del libro en un cuaderno de hojas cuadriculadas, pero no, en realidad ha sido un proceso bastante rápido. De hecho, los sin sabores, si los hubo, ya no los recuerdo. Estoy muy contento.

Que yo tenga el libro en las manos significa que ya está camino de las distribuidoras si no ha llegado ya y que estará camino de las tiendas. Si lo ves allí, podrás ver estas palabras del editor en la contraportada:

«[...]consigue en el "Destructor de Mundos" hallar esa fórmula secreta de alquimista, que permite mezclar distintos géneros y tramas en su justa medida. Esto da como resultado una pócima magistral, un elixir cuya lectura es amena, emocionante e intrigante a partes iguales.»

¿He dicho ya que estoy muy contento?

Una de las consecuencias de haber recibido el libro es que, creo, ha llegado el momento de hacer público este blog. En él he añadido ya algunos relatos, pero espero poder seguir haciéndolo con más regularidad a partir de ahora. Mi intención es que todas las historias sean de Exo e ir enriqueciendo un poco más cada día este universo, pero no siempre la pluma escribe las cosas que debe.

«¿Y de qué va el Destructor de Mundos?» os preguntaréis. Acudiremos de nuevo a la contraportada:

«El recóndito y tranquilo planeta anarquista de Orien está situado al final de las rutas comerciales, alejado de la guerra y fuera del punto de mira de la RFP. Su tranquilidad está a punto de ser trastocada por la presencia de un visitante inesperado. Marlo, más conocido como "Destructor de Mundos", ha aterrizado en Eshon Velez, capital de Orien. Los motivos de su presencia en el planeta son una incógnita, pero que uno de los terroristas más buscados de la galaxia aparezca 15 años después tendrá sin duda algunas consecuencias catastróficas. Muchos serán los que pretendan darle caza, mientras oscuros secretos del pasado son revelados.»

No creo que yo lo hubiera podido explicar, sin revelar nada, mejor. Estoy contento.

5/1/15

El soldado 2

No era la primera vez que un soldado quería hablar de lo que había visto, pero guardaba silencio ante ella. Llevaba ya varias semanas en el Sector Libertad y esa actitud se repetía una u otra vez. Guió la unidad de grabación con su dataóptico y la hizo descender delante de sus pies y con la mano, para que fuera evidente y no casual, apagó la luz de grabación. Entonces le miró a los ojos y le invitó a hablar.

El soldado Bian, otro falso soldado Bian, miró ausente, ni siquiera un bombardeo orbital de saturación podría borrar esos ojos perdidos de su rostro, pero habló, sin mirar, como si ella, la joven periodista de campaña, no estuviera allí.

– Me preguntas por qué lo hacemos. Dudo que realmente quieras saberlo, pero lo hacemos porque es nuestro deber, juramos hacerlo y estamos comprometidos con la tarea que nos encomiendan. No tenemos dudas, así es la Infantería Móvil. No te preguntas, como los civiles, si lo que haces es correcto, sabes que lo es. Esa es una clase de confianza que no puedes comprender. No te enfrentarías a la muerte si tuvieras dudas; sabes que está bien y sabes que si una bala enemiga atraviesa tu armadura y acaba contigo, estabas haciendo lo correcto.


«Mañana, cuando escribas la crónica desde la retaguardia, en tu cómodo barracón de periodista que nosotros defendemos, no te preguntes por qué lo hacemos, la verdadera pregunta es cómo podríamos no hacerlo. ¡Somos inmos, somos la RFP!»

9/12/14

Bombardeo orbital

- Nunca has sido testigo de un bombardeo espacial, ¿verdad? Pues no pierdas detalle. Si es muy intenso, la nave se estremece con la fuerza de los disparos y en la superficie del planeta pueden verse las ondas de choque como gotas de lluvia sobre un estanque.

- ¿Qué potencia tiene cada disparo?

- Eso depende del planeta y su gravedad, pero bastante elevada. No hay cargas explosivas ni sistemas de detonación. Se trata de energía cinética, simple y destructivamente. Un solo disparo afecta a kilómetros cuadrados y en el planeta se siente como un repentino movimiento sísmico de gran intensidad. Los edificios se derrumban, los cristales revientan y las personas quedan aturdidas durante preciosos minutos.

- ¿Y la precisión? ¿La fricción contra la atmósfera y las corrientes de aire no hacen que sea un sistema poco preciso?

- No, lanzamos a esos pequeñines a tal velocidad que las interferencias apenas influyen en la trayectoria. La velocidad ayuda a la potencia del impacto, pero también mejora la precisión. A veces acusan a la flota de utilizar más fuerza de la necesaria, pero no saben que gracias a eso somos mucho más precisos y podemos acertar a un objetivo del tamaño de una persona desde decenas de miles de kilómetros de distancia.

- Con esa precisión y esa potencia de fuego, cualquiera diría que la flota es capaz de ganar cualquier batalla en la superficie de un planeta.

- A veces basta con la amenaza de esa precisión y esa potencia para ganar la batalla.

- Y entonces, ¿por qué llevamos infantería móvil embarcada en la flota?

- Bueno, alguien tiene que buscar a los supervivientes y sentarlos en la mesa de negociaciones.

12/9/14

El soldado

Aquella era la primera vez que veía a un veterano de guerra, con ese intenso brillo en los ojos que no parecía mirar a ningún lado. Estaba allí, sentado, en medio de la sala de espera de la terminal de transito de Xeo Tres, con su pelo rapado, su inexistente barba y unas ropas de civil que alguien había olvidado en el fondo de un armario. No descansaba, sus brazos no se apoyaban en ningún sitio, tan solo su espalda, recta, y la puntera de sus pies parecían soportar todo el peso; y este se adivinaba grande con esos brazos y esos muslos que sus dos manos no abarcarían.

Con dos refrescos en la mano que compro por impulso aunque no le agradaban, se acercó al soldado sin tener muy claro qué iba a decirle:

– ¿Me permite invitarle a un ariol? – y le enseñó el vaso de plástico donde las burbujas del líquido transparente aún intentaban liberarse. El centró la vista en el recipiente, luego en los cinco dedos que lo sujetaban, el brazo y el rostro de ella. No pareció sorprenderse de su desnuda y ahuevada cabeza. Sus labios se movieron, quizás fue un gracias o una sonrisa y aceptó la invitación.

Se sentó junto a él y antes de que su presencia le incomodara, volvió a preguntarle:

– ¿Vienes o vas?

– Vuelvo. He estado tres semanas de R&P y debo presentarme en dos días.

En el dataóptico de ella se iluminó la señal de un mensaje de su jefe, pero lo ignoró. El soldado tenía ganas de hablar y ella quería escucharlo. Sentía que, de alguna forma, tenía la misión de escucharle.

– ¿Cómo es? ¿Esos libertarios son tan locos como los retrata la holo?

– No, en realidad no –y de nuevo apareció esa mueca que ahora estaba segura que era una sonrisa.– Sus planetas no son tan distintos a los nuestros y su gente podría caminar en la plaza de la Aguja; y nadie los distinguiría.

– ¿No se enfrentan a vosotros? –preguntó sorprendida mientras ignoraba un nuevo mensaje de su jefe. Consultar la red de datos y mantener una conversación al mismo tiempo era algo que la gente aprendía a hacer desde la infancia. El soldado no se dio cuenta de que lo hacía. Es posible que él estuviera haciendo lo mismo.

– A veces sí y los combates son duros, pero la mayoría de las veces se contentan con mirarnos con hostilidad mientras descargamos los alimentos.

– ¿Y por qué, entonces, esa hostilidad?

– No sabría decirlo. En una ocasión llevamos medicinas a una ciudad donde había estallado una epidemia tifoidea. Cuando volvimos una semana después, el noventa por ciento de la gente había muerto y no habían tocado los paquetes...

– ...Quizás pensaran que estaban envenenados o quizás les amenazaran para que no los cogieran.

Ignoró el aviso de conexión por tercera vez.

– No, no es eso. Si tu familia se está muriendo de fiebre, no dejas de probar una posible solución ni aunque te maten ni aunque te puedas morir. No, es otra cosa, algo más profundo.

– ¿Qué puede ser?

– No nos quieren allí. No han pedido que vayamos y prefieren morir a darnos una excusa para quedarnos.

– Si no estuviéramos allí, morirían millones de hambre. –repitió la propaganda.

– Sí, sin duda, pero ellos lo prefieren así –y como si se diera cuenta de que estaba hablando de más, apuró su bebida y se levantó dispuesto a marcharse.

– Mi nombre es Elhi –dijo ella a modo de despedida.

El dudó y le respondió:

– Bian, soldado Bian.– Era mentira.

Le vio alejarse mientras su dataóptico desplegaba los mensajes ignorados. Eran todos iguales. Su redactor jefe, que se creía superior a causa de los heteroprogenitores de ella, creía que un mismo mensaje enviado varias veces tenía más posibilidades de llegar a su destino. En ellos le preguntaba si había salido ya hacia el Sector Libertad. Le respondió que sí y, de alguna forma, no mintió.