18/1/17

Los Narradores

Me está costando mucho mantenerme alejado del primer borrador de la novela. Intento mantenerme ocupado escribiendo otras cosas, enviando relatos a revistas (por cierto, nueva revista: Windumanoth), escribiendo este artículo para el blog o leyendo algunos libros. Estoy consiguiendo no reescribir, pero es difícil no pensar en él. Mi cabeza me traiciona.


Unos de esos libros que acaba de añadirse a mi biblioteca me ha hecho pensar en los narradores de la novela y en los puntos de vista, pero antes de hablar de ello permitidme un comentario sobre el libro. «Las estrategias del narrador» (editorial Alba) llegó a mí tras la lectura de «El arte de reescribir: pulir el diamante narrativo» de Silvia Adela Kohan (en la misma editorial). Los libros de ayuda para escritores suelen contar siempre las mismas cosas, pero este segundo, el de reescribir, me gustó bastante porque aprendí cosas que no sabía; por eso me decidí por el del narrador que es de la misma autora. Me ha sorprendido menos, pero no es un mal libro. En general, los libros de ayuda a la escritura no son una mala inversión, aunque llega un momento que te parecen todos similares.

8/1/17

El primer borrador

He comentado en alguna ocasión que soy un escritor de brújula, sigo una idea, pero no un guión, pero cuando más me acerco al final, menos cierta es esta afirmación. Sabía lo que iba a pasar y los capítulos previos habían ido acotando mucho las posibilidades. De los tres últimos capítulos llegué a hacer un esquema de lo que iba a pasar (esquema que no seguí), pero fue una forma de fijar mis intenciones. Cuando se acababa el año sentí la pulsión de escribir, de escribirlo todo y el último día del año me pillo firmando la última página del epílogo de la novela «Destructor de Estrellas».

El manuscrito al completo
Ha sido un proceso bastante largo, pero estoy contento porque he sido constante. No he escrito todos los días, pero sí la mayoría y he creado una rutina diaria que ahora echo de menos cuando no puedo cumplirla. Ha sido poco más de un año, aunque tuve un parón cuando había escrito los primeros doce capítulos. Pensaba que no tenía claro hacia donde quería ir y me paré, pero el error no fue ese: me equivoqué y empecé a corregir el texto manuscrito (mecanografiarlo) cuando había llegado al primer punto de inflexión de la historia, cuando todos los personajes estaban sobre el tapete y ya se sabía cuál era el problema. Volver atrás para corregir me alejaba de la historia, me rompía el ritmo y sin saber lo que iba a pasar, las correcciones tan solo eran superficiales. Una vez comprendí que lo estaba haciendo mal, me centré solo en escribir, en avanzar en la historia y en los personajes y así llegué al final.